De Pierre Teilhard de Chardin.
No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus
altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío…
¡Quiere lo que Dios quiere para ti!
Ofrécele, en medio de inquietudes y dificultades, el
sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su
Providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado, si Dios te
considera plenamente realizado, a su gusto. Su plan divino, para ti, es
perfecto.
Despreocúpate confiando ciegamente en ese Dios que te quiere
para sí y que está en ti aunque jamás lo veas.
Piensa que estás en sus manos, tanto más firmemente
agarrado, cuanto más decaído y triste te encuentres.
¡Vive feliz!
Que nada sea capaz de quitarte tu paz, ni la fatiga
psíquica, ni tus fallas morales.
Conserva siempre sobre tu rostro una dulce sonrisa, reflejo
de la que el Señor continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, como fuente
de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la Paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprime e inquieta es falso y
desaparecerá, es pasajero. Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de
las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado y triste… sólo
ADORA y CONFÍA.
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