REFLEXIÓN SOBRE LA COMUNIÓN ESPIRITUAL
P. Salvador Villota, O. Carm.
La comunión espiritual
La
comunión espiritual es una oración del corazón. Una oración de deseo. Una
expresión de amor hacia Jesús, a quien se quiere recibir dentro del alma. Al no
poder recibirlo sacramentalmente, el alma devota, que se siente como el ciervo
que anhela las corrientes de agua (Sl 42,2-3) o como la amada que suspira por
encontrarse de nuevo con el amado (Ct 2,8-17), dirige a Jesús esta oración para
que venga a su corazón y se digne morar dentro de él.
El
alma creyente, llena de amor hacia Jesús, consciente de que Jesús es su Sumo
Bien, su verdadero Amor, su Salvador y su Dios, tiene sed de Él y, por medio de
esta oración, se dispone a acogerlo. El discípulo de Cristo que esto hace se
manifiesta también como uno de los adoradores que “adoran al Padre en espíritu
y verdad” (Jn 4,23).
Esta
devoción eucarística puede hacerse siempre que se desee, en todo lugar, en todo
momento, en toda circunstancia. De modo particular puede hacerse cuando, viendo
la misa por televisión o por internet, llega el momento en que el sacerdote y
los fieles comulgan.
Lo
que importa es la disposición interior, entrar “en el aposento del alma”,
cerrar la puerta a inquietudes y preocupaciones internas y a ruidos y alborotos
externos (Cf. Mt 6,6), saber que el Padre está ahí, te ve y te escucha, y que
tanto te ama que te da a su Hijo (Jn 3,16), y creer que el Hijo te ama tanto
que te espera en el sacramento de la Eucaristía y viene también ahora a ti en
el Espíritu Santo.
Y
así, con esta aptitud y deseo de recibirlo y convertirte en una sola cosa con
Jesucristo, se dice la siguiente oración:
«Creo, Jesús mío, que estás presente
en el Santísimo Sacramento del Altar;
te amo sobre todas las cosas
y deseo recibirte dentro de mi alma.
Mas, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven espiritualmente a mi corazón.
No permitas, Jesús mío,
que jamás me aparte y separe de Ti.
Amén»
P. Salvador Villota, O. Carm.
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