por Rvdo. Jesús Sánchez Domínguez.
Migaja 3ª
Con menos de 9 años descubre en la vida de los santos
mártires su deseo de martirio y comprende la verdad: que las cosas de este
mundo se pasan ("todo se pasa") y que sólo Dios permanece para
siempre, siempre, siempre:
Sólo Dios basta.
“Mis hermanos ninguna cosa me desayudaban a servir a
Dios. Tenía uno casi de mi edad, juntábamonos entrambos a leer vidas de Santos,
que era el que yo más quería, aunque a todos tenía gran amor y ellos a mí. Como
veía los martirios que por Dios las santas pasaban, parecíame compraban muy
barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir así, no por amor que yo
entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que leía
haber en el cielo, y juntábame con este mi hermano a tratar qué medio habría
para esto. Concertábamos irnos a tierra de moros, pidiendo por amor de Dios,
para que allá nos descabezasen. Y paréceme que nos daba el Señor ánimo en tan
tierna edad, si viéramos algún medio, sino que el tener padres nos parecía el
mayor embarazo. Espantábanos mucho el decir que pena y gloria era para siempre,
en lo que leíamos. Acaecíanos estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos
de decir muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto
mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de
la verdad. (Vida 1,5).
MIGAJA 4ª
En la Casa natal.
A qué jugaban de pequeños:
"De que vi que era imposible ir a donde me matasen
por Dios, ordenábamos ser ermitaños; y en una huerta que había en casa
procurábamos, como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas pedrecillas que luego
se nos caían, y así no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora
me pone devoción ver cómo me daba Dios tan presto lo que yo perdí por mi
culpa. (Vida 1,5).
No hay comentarios:
Publicar un comentario