(Reliquia del corazón de Santa Teresa)
MIGAJA 17 ª SAN JOSÉ
Palabras de Santa Teresa sobre nuestro patrono San José:
"Querría yo persuadir a todos fuesen grandes devotos de este glorioso
santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios; no
he conocido persona que de veras le se devota y haga particulares servicios,
que no la vea más aprovechada en la virtud, porque aprovecha en gran manera a
las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha a algunos años que cada año en
su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida; si va algo torcida la
petición, él la endereza para más bien mío" (continuará).
"Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir,
de buena gana me alargara en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho
este glorioso santo a mí y a otras personas (...) Solo pido por amor de Dios,
que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es
encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción; en especial personas
de oración siempre le habían de ser aficionadas, que no sé cómo se puede pensar
en la Reina de los Ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que
no den gracias a San José por lo bien que les ayudó a ellos.
Y refiriéndose al gran poder de intercesión de San José,
dice Santa Teresa que así como a otros santos parece que Dios les otorgó
capacidad de interceder por alguna necesidad en particular, "a este
glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas y que el Señor quiere
darnos a entender que ansí como le fue sujeto en la tierra-que como tenía el
nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar- ansí en el cielo hace cuanto le
pide" (Santa Teresa, Vida, 6)
MIGAJA 18ª
Sobre las almas que se quedan fuera del castillo sin
tener oración
"Hay muchas almas que se están en la ronda del
Castillo, que es adonde están los que le guardan, y que no se les da nada de
entrar dentro ni saben qué hay en aquel tan precioso lugar ni quién está dentro
ni aun qué piezas (habitaciones) tiene. Ya habréis oído en algunos libros de
oración aconsejar al alma que entre dentro de sí; pues esto mismo es.
6. Decíame poco ha un gran letrado que son las almas que
no tienen oración como un cuerpo con perlesía (paralítico) o tullido, que
aunque tiene pies y manos no los puede mandar; que así son, que hay almas tan
enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio ni
parece que pueden entrar dentro de sí; porque ya la costumbre la tiene tal de
haber siempre tratado con las sabandijas y bestias que están en el cerco del castillo,
que ya casi está hecha como ellas, y con ser de natural tan rica y poder tener
su conversación no menos que con Dios, no hay remedio. Y si estas almas no
procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de
sal por no volver la cabeza hacia sí, así como lo quedó la mujer de Lot por
volverla. (Moradas 1, 5-6).
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